Tras décadas de estabilidad democrática, se están produciendo señales de alarma cuyo ruido cada vez es más ensordecedor. El descontento generalizado provocado por las altas desigualdades sociales, el encarecimiento de la vida o la crispación política se dirigen, cada vez más, hacia el cuestionamiento de los principios democráticos. La presencia de grupos y partidos políticos ultraconservadores cuya finalidad es sacudir los cimientos del consenso es ya una realidad preocupante en cualquier país occidental. Y España no es ajena a esta deriva autoritaria internacional.
