El autor homenajeado en la 52 Fira del Llibre de València es Carles Cano (Valencia, 1957), licenciado en Filología Hispánica (sección Filología Valenciana) por la Universitat de València, docente durante 20 años, cuentacuentos, guionista de programas infantiles de radio y televisión, y escritor con una amplia obra de literatura infantil y juvenil por la que ha recibido numerosos galardones. Destacan el Premio Lazarillo de la Organización Española para el Libro Infantil y Juvenil (1994 y 2016), el White Raven de la Biblioteca Internacional de la Juventud de Munich (1995), el Premio Samaruc de la Asociación de Bibliotecarios Valencianos (1996 y 2013) y el Premio de Narrativa Infantil Vicent Silvestre de Bromera y el Ajuntament d’Alzira en el marco de los premios Ciutat d’Alzira (2016).
El acto de homenaje será el 24 de abril, a cargo de Emili Piera y Fernando Delgado. Además, Carles Cano presentará en la Fira los títulos La volta al món en 8 contes, El desbaratat conte dels fesols màgics y el álbum ilustrado On són les Claus?. También será protagonista de un cuentacuentos, de una “Rueda de cuentos” y del recital poético “Tast de poesia”. En esta entrevista habla del origen de su obra y de literatura infantil.
¿Qué significa para ti este homenaje de la Fira del Llibre de València?
Para mi es un orgullo y un honor muy grandes porque desde el primer libro que publiqué, que fue Les aventures de potaconill y que sigue vivo aunque sea en otro formato, voy a firmar a la Fira. La Fira se celebraba en la plaza del Ayuntamiento, si no recuerdo mal. I desde ese momento, creo que todos los años he ido a contar y a firmar. Que el Gremi de Llibrers haya pensado en mi para esta distinción es fantástico, es un orgullo y un honor.
¿Qué elementos debe tener un cuento para captar la atención de un niño o de una niña?
¿Qué elementos? Si lo supiéramos siempre haríamos fórmulas fantásticas; no hay una fórmula fija. Los elementos que yo utilizo son el humor, la rapidez, los juegos de palabras y los giros sorprendentes. Un libro cualquiera, una película o una historia tiene que sorprender. El lector no debe saber lo que va a pasar. Si comienzas el libro y desde el primer momento dices que pasará esto y aquello, el lector puede perder el interés. Hace falta que la historia tenga giros sorprendentes, sin hacerle trampa al lector. Es decir, no puedes sacarte nada de la manga, sino que todo tiene que tener sentido y verosimilitud dentro de la historia, aunque se una historia fantástica. Esos son los elementos que yo gasto: la sorpresa, la rapidez, el humor y, a veces, también el lirismo. Si hubiese una fórmula, todo el mundo la utilizaría y todos los libros serían best sellers, pero vender libros infantiles cuesta.
¿De dónde sacas las historias y personajes de tus cuentos?
A veces de la vida real. La historia de El niño que apagó la luna sale a partir de una anécdota de mi hijo, que cuando era muy pequeño subió a ver un eclipse y le sopló como si fuera un cirio. Pero otras veces no sé de dónde. En La princesa totpami, por ejemplo, tenía dos cuentos. Uno empezaba con » había una vez un rey» y el otro, con » había una vez un país», y dije: pues voy a empezar uno que sea «había una vez una princesa». Y totpami viene de cuando mi primo era pequeño en tiempo de posguerra. Era muy avaricioso con la comida y le decía a mi tía «tot pa mi, tot pa mi«, y mi tía un día cogió el plato y se lo puso de sombrero. “Ala tot pa tu”. Y los personajes a veces son muy imprevisibles. Empiezas y ellos te van llevando por un derrotero que no habías pensado nunca.
¿Qué aporta un cuentacuentos a una historia?
Lo que es importante es que el cuentacuentos haga suya la historia, la digiera, la cuente con sus palabras y no tienda a reproducirla tal y como está escrita, porque la palabra escrita y la hablada no juegan en la misma liga, no son el mismo registro. El rollo es darle énfasis, darle voz a los personajes. Si un cuentacuentos es bueno puede hacer mejor esa historia; y si un cuentacuentos es malo, puede destrozar una buena historia.
¿Cómo anima a leer un cuentacuentos?
Un cuentacuentos lo que hace en las primeras edades es despertar el gusto por la lectura y el gusto por la literatura. Aunque sea literatura oral viene del mundo escrito en general. Está claro que hay cuentos que han pasado de manera oral pero en algún momento han sido registrados. La mayoría de los que contamos están registrados. El cuentacuentos lo que hace es hacer de puente entre la literatura oral y la literatura escrita. Muchas veces cuentas también con álbumes en las manos y les dices dónde pueden encontrar la historia.
¿Los gestos, la interpretación son también importantes aparte de la voz?
Los recursos que tiene un cuentacuentos son la voz, la gestualidad, el cuerpo, el silencio también cuenta; la cara, las manos, las afecciones que haga con la voz, etc. Pero tampoco hay que ser exagerado. Yo tiendo casi siempre a la contención. No hace falta sobreactuar.
¿Qué aporta tu trayectoria como docente a tus libros?
Cuando trabajaba como docente muchas veces utilizaba recursos de Gianni Rodari o de otra gente para hacer trabajar a los chavales, y esas cosas me aprovechaban a mí también. Todo se aprovecha, todo son vasos comunicantes que te llevan de un lado a otro. Y a la inversa, hay cosas que he aprendido de ellos. A veces les leía algo mío para ver cómo les sonaba, qué les parecía.
De todos los títulos que has escrito, ¿cuáles recuerdas o te han marcado especialmente?
El primero, Les aventures de potaconill, marca porque fue el primero; Paco Giménez lo ilustró, fue su primer libro infantil, y continuamos trabajando juntos desde hace 35 o 36 años. Y continúa vivo. Se publicó en Empúries y se descatalogó pero después lo publicaron en Bromera. Con Te pillé caperucita, T’he agafat caputxeta, gané el premio Lazarillo, el premio Samaruc, el premio de la Comisión Católica de la Infancia y el premio del Mirlo Blanco de la Internationale Jugend Bibliothek de Munich. Es un libro que se ha convertido en un clásico dentro del teatro infantil en España. En cualquier estudio universitario que hable de teatro infantil aparece. Después está Cuentos para todo el año, que es mi libro más vendido. El año pasado hicimos una edición especial para la República Dominicana de 55.000 ejemplares. Junto con los que se han vendido aquí en España son 150.000 libros en castellano y valenciano. Acabo de ganar ahora el premio Lazarillo con El secreto del abuelo, que es un libro muy bonito.
¿Cómo podemos ganar lectores y lectoras infantiles?
Si nos lo tomamos en serio podemos ganar lectores y lectoras infantiles. Que los maestros cuenten en la escuela, que lean en la escuela, que se preparen, que en las facultades de magisterio haya una asignatura obligatoria de literatura infantil potente, que nuestro gobierno apueste por un plan de lectura potente y ponga dinero para llevar a los autores a las escuelas. Que los maestros se impliquen de verdad en la lectura, que lean en el aula, que les cuenten cuentos, que hagan trabajos creativos con los niños, que no aburran la lectura, que no les pidan después un examen de no sé qué, que de alguna manera sea una cosa lúdica. Que esto llegue a las casas también, a los padres. Que los padres tomen conciencia de que la piedra angular sobre la que está basada la educación es la lectura. Si no nos preocupamos por eso; que se lea en casa, que se lea en la escuela, que los nanos conozcan las bibliotecas, que compren libros, que tengan su biblioteca particular, que empiecen a hacer su biblioteca desde pequeños. Si no hacemos todo esto, no podremos seguir viviendo unos y otros de esto y mal nos irá porque la lectura, vuelvo a decirlo, es la piedra angular sobre la que tendría que estar basada la educación.